No traduzcamos literalmente, traduzcamos el significado

Ser un buen traductor no quiere decir que solamente tienes una gramática y ortografía perfectas en dos idiomas. Más bien, tienes que saber traducir el sentido. ¿Qué quiero decir con eso? Si el español es tu idioma materno, seguramente has visto preguntas en los exámenes de grado donde te piden “En este extracto, ¿qué quiere dar a entender el autor?”  Tal vez sea paradójico, pero un buen traductor tiene que saber lo que quiere decir el autor, y eso significa que necesitas tanto una formación académica como mucha experiencia práctica con tu idioma de fuente y tu idioma de destino.

 

A modo de ejemplo, veamos una frase sencilla en inglés.

 

My name is Jimmy and I am 12 years old.

 

¿Cómo traducirías esta frase? Si la traduces palabra por palabra, tal vez dirías:

 

“Mi nombre es Jimmy y soy 12 años.”

 

Lo cual no tiene sentido. No obstante, un traductor experimentado sabrá que tenemos que traducir la frase para que tenga sentido en el idioma de destino, en este caso el español.

 

“Me llamo Jimmy y tengo 12 años.”

 

Para conservar el sentido, es posible que tengas que reestructurar la frase entera.

 

Asimismo, cada país tiene expresiones y dichos propios que pueden ser tan únicos que incluso los nativos de ese mismo idioma que viven en otros países no los entenderían. Por ejemplo, digamos que tenemos que traducir una novela estadounidense y nos topamos con esta frase:

 

To finish the project, Karen pulled out all the stops.

 

En este caso, vivir en el país donde se habla tu idioma de fuente te ayudará de sobremanera. Un traductor sin experiencia puede escribir:

 

“Para terminar el proyecto, Karen sacó todos los tapones.”

 

Sin duda esto no tiene sentido. Tenemos que saber que la frase pulled out all the stopsquiere decir “trabajar muy duro.” Sabiendo eso, tal vez el traductor cambiaría la traducción en este sentido:

 

“Para terminar el proyecto, Karen botó la casa por la ventana.”

 

Como ves, no podemos traducir palabra por palabra. Necesitas conocer a detalle tanto tu idioma de fuente como tu idioma de destino, así como también la cultura de los países donde estos idiomas se hablan. Dominar este concepto diferenciará tus traducciones de aquellas que son una copia calcada del texto fuente.

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